Prácticamente toda América, Europa, Asia y Oceanía se encuentran el día de hoy bajo alguna medida de aislamiento social o cuarentena, que implica mantenerse en sus casas y no salir de ella para evitar la propagación del COVID 19. Una pandemia que ha puesto al mundo en jaque ha logrado que las familias se enclaustren en sus hogares y establezcan nuevas formas de relacionarse con el mundo externo y a verse como un conjunto de individuos que tiene que compartir forzosamente un lugar reducido y tiempo como nunca antes había sucedido.
Me pregunto, ¿Y qué estará sucediendo detrás de las puertas de muchas de esas casas con aquellos hombres que acostumbrados a pasar horas desarrollándose fuera de ella (en el espacio público) ahora forzosamente tienen que permanecer en ella (el espacio doméstico)?.
Dicen que las crisis son oportunidades y esta crisis sanitaria producida por el Corona Virus o COVID 19 puede serlo, si es que crea el efecto espejo que ayude a que los integrantes de la casa sean conscientes de cómo se han venido dando las relaciones en ella —tanto entre parejas, entre estos con sus hijos si los tienen, y todos ellos con todos aquellos que son parte de la dinámica familiar, incluyendo a las personas que brindan servicios domésticos— y que además ayude a negociar relaciones más equitativas entre sus integrantes.
Pero concentrémonos en “los hombres de la casa”, en las redes sociales ya circulan demasiados chistes, memes y videos sobre las posibles situaciones que pueden estar experimentando. Supuestamente el estrés de estar confinado a un espacio reducido y no poder salir permite ver representaciones de hombres que sufren por no poder salir a tomarse una cerveza con sus amigotes, que amarran y amordazan a su pareja femenina afirmando que ahora la están pasando bien o al marido sometido por la mujer que lo obliga a hacer el trabajo doméstico. Fuera de este tipo de representaciones que circulan en redes nos preguntamos, qué deben estar experimentando aquellos hombres que son parte o se acercan a aquella masculinidad denominada hegemónica.
En el contexto del mundo occidental, la masculinidad hegemónica, concepto acuñado por R. Connell (1987), se refiere al hombre heterosexual, fuerte, viril, inexpresivo y exitoso. Michel Kimmel (1997) indica, además, que se trata de un hombre en el poder, un hombre con poder, y un hombre de poder; es decir, al hombre capaz de controlar toda situación. Esta masculinidad hegemónica tiene en muchos contextos como referente a personas de ficción, del cine, televisión o del deporte puesto que se trata de una masculinidad inalcanzable para la mayoría de hombres. Sin embargo, existe simbólicamente y como referente aspiracional de lo que debe ser “un hombre de verdad”. Cabe aclarar que la masculinidad hegemónica no necesariamente incluye a aquellos hombres ricos y poderosos, y menos a aquellos que como ejercicio del poder recurren al ejercicio de la violencia. Nos dice Demetriou (2001) que se trata ante todo de un ideal cultural cuyo poder tiene como fuente la autoridad y ascendencia lograda a través de la cultura, las instituciones y la persuasión (Connell y Messerschmidt 2005). En eso consiste la hegemonía, lograr que ciertas prácticas o discursos obtengan el convencimiento, de aquellas clases subordinadas y dominadas, de ser valiosas, adquiriendo la legitimidad social suficiente para ser aceptadas y admiradas.
Estos hombres en el confinamiento experimentan ahora una suerte de detención domiciliaria y, por tanto, deben estar sintiendo mucho stress puesto que, para empezar, ya no pueden tener acceso al espacio público donde fundamentalmente trabajan y no pueden forjar el éxito que implica, entre otros, cumplir con el mandato de ser el proveedor principal de la familia a partir de su desarrollo personal y laboral, y, entonces, me pregunto ¿serán capaces de mirar hacia adentro y empezar a involucrarse en el trabajo doméstico rompiendo con ciertos patrones de esta masculinidad, que asocia lo doméstico a lo femenino y, por tanto, a aquello devaluado y poco viril?, ¿Valorará este momento para estrechar sus lazos familiares, con su pareja e hijos y el resto de integrantes de la familia o seguirá preocupado en su mundo (la vida en el espacio público)?. ¿Compartirá la crianza y acompañará a los hijos en las tareas colegiales? o ¿Habrá creado y delimitado su propio espacio privado, en casa, donde se encierra a trabajar y seguirá haciendo en ella lo que siempre ha hecho, después de llegar al trabajo, sin involucrarse en las tareas hogareñas que ahora más que nunca se requieren?
El efecto espejo
La cuarentena decretada en nuestro país y las restricciones a la socialización han puesto a muchos hombres en el Perú en una situación nunca antes vivida. Aparte de estar en casa ahora los hombres podemos salir solamente tres veces por semana a hacer las compras. Al parecer esto no ha resultado siendo una buena fórmula por que quienes salen más a hacer las compras de víveres son las mujeres puesto que, por un lado, siguen siendo las más involucradas en el trabajo doméstico aun en cuarentana y, del otro, existe un porcentaje importante de familias encabezadas por mujeres, muchas con padres ausentes, siendo ellas quienes deben salir a comprar. Según el Censo del INEI del 2017, el 35% de los hogares peruanos está a cargo de mujeres, y esto muestra variaciones notorias dependiendo de la ubicación geográfica, de la edad y de la clase social de las mujeres[2]. Una mirada de género del gobierno ayudaría a que tome mejores decisiones sobre las medidas de aislamiento social.
Sin embargo, ha sido interesante ver solo hombres en mercados y supermercados y cómo algunos dependían torpemente, vía celular, de los consejos de su pareja para tomar decisiones en cuanto a qué comprar. Pero al margen de estas novedosas situaciones, lo excepcional ha hecho que dentro del hogar se puedan presentar diversos escenarios.
El primer escenario es el del mantenimiento del estatus quo; es decir, aquel en el cual las relaciones en casa no han cambiado en ningún o en mayor grado, y nadie cuestiona tampoco cómo vienen operando. Al parecer todo está bien y todos están relativamente felices afrontando la cuarentena. En estos casos, se mantienen los roles tradicionales, la mujer se sigue encargando de todo el trabajo doméstico, el hombre ha creado su propio espacio en casa, trabaja si puede y usa su tiempo libre en lo que siempre solía hacer. Eventualmente se involucra en algunas cosas pero solo cuando él lo quiere, a modo de “ayuda” o favor.
Un segundo escenario nos lleva a un estado de concientización sobre cómo han venido operando las relaciones familiares, evidenciando las relaciones de desigualdad e inequidad entre los integrantes de la familia. Aquí el espejo ha funcionado y dado pie, en principio, a la observación y posterior reflexión (Marx lo llamaría concientización), de aquellas (os) que se sienten afectados, de que las cosas en casa no estaban llevándose bien. En este contexto se abren al menos tres posibilidades. Una primera en la cual la masculinidad hegemónica no es cuestionada por la pareja o hijos, etc. sino más bien es frustrantemente tolerada, produciéndose insatisfacción en aquellos que se sienten afectados y momentos de tensión interna en la familia. Aun así el asunto no aflora, no se explicita. Estamos hablando de un conflicto no expresado o latente. Una segunda posibilidad es que surja la crisis a partir de un cuestionamiento explícito o implícito a esa masculinidad, que puede devenir en soluciones que involucren más al varón en las labores domésticas; aquí se ha producido una suerte de “revolución interna”, y si todo va bien, las cosas cambian satisfactoriamente para todos, a partir del diálogo y acuerdos explícitos; o una tercera, en la cual de la crisis y el cuestionamiento no se logra ningún cambio sino más bien se produce la resistencia, el rechazo y eventualmente la violencia real o simbólica del hombre contra aquellos que osan cuestionarlo. Este último sería el escenario no deseado[3].
¿Por qué a muchos hombres les cuesta involucrarse en lo doméstico?
La respuesta breve sería porque al ser la virilidad una condición culturalmente necesaria para ser considerado “un verdadero hombre” —lo cual empata claramente con el concepto de masculinidad hegemónica— ésta se obtiene fuera de casa, nunca dentro de ella. Pierre Bourdieu (2000), en La dominación masculina, entiende la virilidad como capacidad reproductora, sexual y social al igual que como aptitud para el combate y para el ejercicio de la violencia, especialmente para la venganza. El hombre “realmente hombre”, dice él, es el que se siente obligado a estar a la altura de la posibilidad que se le ofrece de incrementar su honor, buscando la gloria y la distinción en la esfera pública, no en la doméstica donde no puede exponerse ante sus congéneres. Esto le impulsa a destacar en actividades deportivas y laborales siendo competitivo, logrando resultados positivos, siendo un ganador; a aceptar pruebas de iniciación o ratificación que existen en ciertas instituciones e incluso a exponer su vida si fuera necesario para demostrar su hombría. De esta manera revalida su virilidad, permanentemente, ante aquellos hombres que considera “hombres auténticos”. Existe entonces un imperativo categórico que demanda a los hombres constantemente estar demostrando, antes sus pares, que son “hombres”. Lo contraproducente de la virilidad es que constantemente produce miedo y ansiedad en los hombres, por la amenazante exposición a todo aquello que se asocie a debilidad o femineidad (como la labor doméstica), y aumenta el miedo a perder la estima o admiración del grupo y “perder cara” frente a sus pares o grupo de ser considerado un hombre débil. Bourdieu afirma que la virilidad es un concepto eminentemente relacional construido ante y por los restantes hombres y en contra de la femineidad, una suerte de miedo a lo femenino o a todo aquello que se asocie a lo femenino, como sucede con el espacio doméstico.
Covid 19: una oportunidad para promover la equidad
Por tanto, el efecto espejo, de producirse, tiene el potencial de convertir el confinamiento en oportunidad de cambio constructivo en tanto las interacciones en casa deriven en relaciones basadas en la igualdad. Si se mantienen esquemas patriarcales donde predominan masculinidades hegemónicas o cercanas a ella caben dos situaciones, o se mantienen el status quo dentro de casa; es decir, el hombre sigue haciendo solamente lo que siempre hacía fuera de ella, y la mujer se dedica a las labores domésticas bajo la aceptación sumisa o la contenida frustración que seguramente está acumulando; o, la segunda opción, se produce una emancipadora crisis doméstica en la cual la mujer cuestione la hegemonía del hombre y se logre consensuar una división equitativa de estas labores con él y todos los integrantes de la familia.
Sin embargo, siendo realistas muchas de estas relaciones “tradicionales” seguramente se mantendrán tal como fueron ex ante el aislamiento social, sin producirse mayores cambios. Esto me hace recordar a un muchacho que haciendo cola en la caja del supermercado, aquel día de compras reservado para los hombres, me dijo muy orgulloso al poner su pack de 24 cervezas en lata en el mostrador para efectuar la compra, que había hecho la mejor compra de la cuarentena y que con eso sería muy feliz durante el resto de ella.
Dicen que después del Covid 19 nuestras sociedades serán otras y las relaciones sociales tendrán que cambiar, en referencia al espacio público, y debemos de haber aprendido muchas lecciones como personas y sociedad, y que nunca más seremos los mismos. Espero que este microorganismo que nos ha asumido en un gran incertidumbre también permita, a partir del efecto espejo, transformar el espacio doméstico, y promover relaciones más equitativas entre los hombres y mujeres de la casa.
Lima, abril de 2020 (en plena cuarentena)…
Bibliografía
BOURDIEU, Pierre
2000 La dominación masculina. Barcelona: Editorial Anagrama
CONNELL, ROBERT W.
1987 Gender and Power. Sydney: Allen and Unwin
CONNELL, Robert W. and James W. MESSERSCHMIDT
2005 “Hegemonic Masculinity: Rethinking the Concept”. Gender & Society, volumen 19, número. 6, December 2005, pp. 829-859.
DEMETRIOU, D. Z.
2001 “Connell’s concept of hegemonic masculinity: A critique”. Theory and Society. Número 30, pp. 337–361.
Lima, 08 de Abril de 2020.
[1] Este título suena muy ambicioso por lo que debo indicar que hablo desde una posición de hombre mestizo, profesional, de clase media y urbana limeña.
[2] Ver https://elcomercio.pe/peru/censo-2017-35-hogares-peruanos-son-encabezados-mujeres-noticia-557327-noticia/?ref=ecr
[3] El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres solicitó el 05 de abril del presente a todos los estados que tomen todas las medidas necesarias para evitar el incremento de situaciones de violencia contra mujeres, niños y niñas que se viene suscitando ante las medidas de confinamiento social implementadas ante la pandemia.