Esta democracia ya no es democracia (bis)
Cuantos muertos quieres para que renuncies (bis)
Dina asesina el pueblo te repudia (bis)
Dina asesina el pueblo te repudia (bis)
Sueldos millonarios para los corruptos (bis)
Balas y misiles para nuestro pueblo (bis)
“Dina asesina” es el himno de las protestas contra la actual Presidenta del Perú, Dina Boluarte.
¿Quién sería la primera Presidenta del Perú? Pensábamos los peruanos y peruanas tiempo atrás. Muchos creían que Keiko Fujimori llegaría a serlo o quizá, desde el otro espectro político, Verónica Mendoza. Pese a sus tres intentos en segunda vuelta Keiko no sería elegida presidenta y Mendoza tan solo pudo obtener un muy modesto 7.8% de la votación de primera vuelta en las elecciones del 2021.
Nadie imaginaría que tendríamos como Presidenta del Perú a una mujer desconocida, Dina Boluarte, quien era la primera vicepresidenta de Perú Libre, el partido oficialista que ganó legítimamente las elecciones del 2021, en segunda vuelta, pese a las falsas alegaciones de fraude de los partidos de derecha. Nos preguntamos, pasada la conmemoración del día internacional de la mujer y de los cien días de su gobierno, si ella ha marcado una diferencia con los presidentes varones de gobiernos anteriores, en tanto estamos ante la primera mujer en el más importante cargo político del Perú.
Imaginaba que nuestra primera presidenta marcaría una gran distancia con el estilo de hacer política de los presidentes varones que ha tenido el Perú, al menos los de este milenio, lo cual no debería ser tan difícil puesto que salvo los no elegidos por el voto popular, todos tienen/tenían denuncias por delitos de diversa naturaleza. Estas distancias se apreciaron con la presidenta de Taiwan, Tsai Ing-wen y con las primeras ministras Jacinta Arden, de Nueva Zelanda, y Angela Merkel, de Alemania, al gestionar eficientemente la pandemia del coronavirus durante el 2020 y 2021, contrastando notoriamente con presidentes como Donald Trump de Estados Unidos y Jair Bolsonaro de Brasil, negacionistas que cuestionaron la existencia de la pandemia, que ideologizaron el uso de las mascarillas, no implementaron/promovieron la vacunación al ritmo esperado, feminizaron a aquellos que exigían mayor atención al problema y tuvieron una cifra alta de fallecidos. La diferencia entre las primeras ministras o presidentas con estos presidentes varones fue evidente. En ellas se ve claramente que afloró una política del cuidado a la vida y salud de las personas que suele ser cercana a la actividad reproductiva que diaria, no remunerada y silenciosamente realizan la mayoría de mujeres en el mundo, en asuntos relacionados a la alimentación, salud, protección y educación de sus familias y comunidades.
Regresando al Perú, los impredecibles acontecimientos políticos que derivaron en el “suicidio político” del entonces presidente peruano Pedro Castillo (07/12/2022) dieron lugar a la sucesión constitucional que ungiría a una inesperada política de poca experiencia, Dina Boluarte, como la primera presidenta del Perú.
Su inicio no fue muy promisorio. Juró ante el presidente del Congreso como presidenta constitucional hasta el término del mandato (2026), y casi inmediatamente se reunía con una representación de congresistas de derecha y derecha extrema, que minutos antes habían posado en una foto en el hemiciclo haciendo señales de victoria ante la caída de Castillo. Entre tanto, los congresistas de su propio partido y otros de izquierda le daban la espalda y la declararon usurpadora o traidora. Recordemos que Dina Boluarte, días antes, había logrado librarse de una acusación constitucional ante el Congreso de la República debido a una gestión como Presidenta del Club Social Apurímac, siendo Ministra de Desarrollo e Inclusión Social, lo cual es incompatible cuando uno es funcionario público, lo que constituye una infracción legal y constitucional que hubiera implicado una inhabilitación de la función pública por algunos años. Es claro que hubo un acuerdo para que esto no suceda y los parlamentarios de derecha y de bancadas que gestionan otro tipo de intereses, no la acusaron basados en una interpretación legal sumamente discutible, archivando el caso y liberándola de una sanción merecida. Para entonces, era claro que se vislumbraba la caída de Castillo, aunque no de la inesperada y torpe forma que se dio. En la otra orilla, un sector de la izquierda también creó efectivamente la narrativa que Castillo había sido vacado ilegalmente por el Congreso y que el golpe de estado fue realizado por la derecha representada en el Congreso. Ese fue el disparador del estallido social, fundamentalmente en el sur del país que masivamente había votado por Castillo, en la segunda vuelta, y se identificaba con él pese a su desastroso gobierno. Los trágicos eventos que vendrían posteriormente tampoco nadie los presagiaba.
A los 100 días de gobierno
El balance de la gestión de Dina Boluarte es más desastroso que su antecesor. Veamos algunos hitos de su gestión:
Según la Defensoría del Pueblo en su reporte diario de la CRISIS POLÍTICA Y PROTESTA SOCIAL del 15 de marzo del 2023 tenemos las siguientes cifras
Fallecidos: un total de 66 personas divididos en:
- 48 civiles en enfrentamientos con la Policía Nacional y el Ejército Peruano (según diversos informes se disparó a las personas sin respetar los protocolos del uso de armas de fuego por las fuerzas del orden)[1].
- 11 civiles por accidentes de tránsito y hechos vinculados a bloqueos de carretera
- 7 miembros de las fuerzas del orden (1 policía y 6 militares)
Heridos: un total de 1335 heridos reportados por el Ministerio de Salud
- Civiles: 972
- Policías: 337 y
- Militares: 26
El New York Times publicó un reportaje, el 16 de marzo pasado, analizando videos y audios de las intervenciones de policías y efectivos del ejército peruano, usando sus armas y demostrando el uso excesivo de la fuerza[2]. No es el único informe siguiendo esta línea, otras organizaciones así también lo han demostrado (Ver el informe del Instituto de Defensa Legal – IDL, el informe de Amnistía Internacional y el del semanario Hildebrandt en sus trece entre otros)
Dina Boluarte, además, promovió a su ministro de Defensa, Alberto Otarola, como Presidente del Consejo de Ministro (PCM) a pesar que en su gestión en Defensa murieron 8 personas en Ayacucho (16/12/2023), por disparos hechos por miembros del Ejército, que según evidencias registradas en video dispararon innecesariamente a matar contra los manifestantes o transeúntes. Posteriormente, durante la gestión de Otárola como PCM ocurriría la masacre de Puno, en la que en un solo día morirían 18 personas, en su mayoría por uso de armas de fuego por la policía, sin que esto le haya generado ninguna consecuencia política. Mas bien, se han creado diversas teorías de la conspiración, que no tienen sustento alguno, para culpar a terceros o a los manifestantes, de las muertes producidas.

Permitió que su Ministro de Defensa y la Policía Nacional ordene tomar violentamente el campus de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (21/01/2023), la decana de América, deteniendo a 192 personas, entre estudiantes y personas que recibieron albergue para protestar desde las provincias. Al cabo de 48 horas fueron liberadas, luego de ser vejadas y humilladas, sin encontrar cargo alguno que imputarles. Este es el nuevo sistema de detención existente con aquellos que protestas, las llamadas intervenciones que implican detenciones arbitrarias para disciplinar e intimidar a pesar de no existir cargo alguno ni flagrancia delictiva.
La presidenta ha manifestado que no va a renunciar para desencadenar, inevitablemente, un proceso de elecciones generales. En la misma línea, el Congreso tampoco quiere adelantar las elecciones pese a las gestiones que (no) realizan para evitar tomar la decisión. Como resultado, todos quieren quedarse hasta el 2026, mientras que la mayoría de la población quiere elecciones generales (69%), el Congreso de la República tiene una desaprobación del 90% y Dina Boluarte también es desaprobada en un 77% (Encuesta IEP de febrero de 2023).
La presidenta pidió perdón “por la situación” en un mensaje a la nación (13/01/2023), pero inmediatamente responsabilizó a grupos minoritarios violentistas como responsables de las protestas y fue enfática al señalar que no va a renunciar. Sus disculpas no tuvieron ningún eco y más bien fueron tomadas con indignación por los opositores y las regiones altoandinas del sur, quienes se sienten racialmente discriminados y estigmatizados como violentistas o terroristas. Es allí donde se ha producido el alto número de heridos y muertos por la represión policial y del ejército.
La presidenta mantiene en el cargo a un ministro de educación que está implementado una contrareforma universitaria para desmantelar la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) abocada a exigir estándares mínimos de calidad a las universidades, cuyos dueños o gestores de intereses se encuentran en el Congreso de la República, el retroceso en la educación intercultural bilingüe, afectación a la educación sexual integral en la escuela, expresiones misóginas y racistas contra mujeres aimaras en las protestas y la desarticulación del Consejo Nacional de Educación entre otros temas
No basta un cuerpo de Mujer
La presidenta Boluarte se ha aliado con instituciones de naturaleza patriarcal y donde la cultura organizacional es regida bajo el liderazgo de una masculinidad dominante, jerárquica y, por momentos, violenta. Nos referimos en principio a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional del Perú, a quienes ha defendido pese a las evidencias de violaciones a los derechos humanos producto de los excesos en el uso de armas de fuego contra población civil. Además, políticamente, cuenta con el soporte tácito o expreso de los congresistas de las bancadas de derecha en el Congreso y otros congresistas que gestionan intereses propios, muchos de los cuales se referían a ella, durante el gobierno de Castillo, como Dinamita Boluarte, en un claro acto de “terruqueo”[3] con la vicepresidenta de Pedro Castillo.
No basta un cuerpo de mujer para asegurar la diferencia en la política. Tampoco deberíamos exigir que las mujeres “demuestren” una falsa superioridad de género. Aun así, existía la expectativa que la primera presidenta marcaría hitos notables en la política peruana en base a una política del cuidado. En este caso, los hitos que nos deja Boluarte son totalmente opuestos.
¿Mujer andina?
Boluarte efectivamente nació en 1963 en la localidad de Chalhuanca, provincia de Aymaraes, departamento de Apurimac, territorio altoandino y quechuablante del sur del Perú. Es abogada con maestría en Derecho Registral y Notarial por la Universidad San Martín de Porres y cuenta con diplomados en Derecho Administrativo y Gestión Pública. Fue jefa de oficina en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) desde el 2017 y candidata a Alcaldesa del distrito limeño de Surquillo por el partido Perú Libertario, como originalmente se denominaba Perú Libre.
En un reciente discurso se identificó como mujer andina; sin embargo, no salió a defender a las mujeres andinas aimaras de Puno que fueron gaseadas por la policía en la Plaza San Martín de Lima y disparadas al cuerpo a poca distancia con una bomba lacrimógena, cuando ellas se desplazaban cargando en la espalda a sus guaguas (02/03/2023). Inexplicablemente, en un comunicado del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (04/03/2023), se hizo un llamado a los y las ciudadanas a que cuiden a sus hijos y no los expongan al riesgo en la protesta, sin hacer ninguna mención al ataque sufrido por estas mujeres ante la Policía. A esto se sumó el repugnante comentario del Ministro de Educación (06/03/2023), Oscar Becerra, animalizando a las mujeres aimaras al indicar que: “ni los animales exponen a sus hijos así”, poniendo en duda que se trate de sus hijos: “seguro sus hijos son alquilados” y cuestionando el rol de madre de estas mujeres: “no puedo concebir que una madre esté exponiendo a sus hijos al peligro”.

Mientras tanto Dina Boluarte permaneció en silencio, y es que basta con ver cómo ha producido y gestiona su cuerpo para entender que ella pertenece a otra locación social, no es una mujer identificada con las mujeres de sectores rurales, campesinos o indígenas del sur del Perú. Habla quechua tal como lo hacían los mistis o patrones de la época de las haciendas para dirigirse a los indios o campesinos quechuablantes, ejerciendo una relación de dominación y jerarquía sobre ellos. Claramente, desde la perspectiva interseccional, existe una notoria diferencia de clase social entre las mujeres del mundo rural andino, como aquellas que protestan en las calles limeñas y en el sur del país, y la Presidenta que habiendo nacido en una ciudad andina de Apurimac, migra afincándose en una metrópoli como Lima, adquiriendo una identidad de clase media urbana.
En conclusión
- ¿Cómo explicar que la vicepresidenta de Perú Libre, un partido definido en su ideario como de izquierda, socialista, marxista, leninista y mariateguista, sea ahora Presidenta de la República apoyada por los grupos de derecha y extrema derecha del Congreso? La actual crisis es una manifestación de la profunda crisis de los partidos y del sistema político y electoral en el país, que a su vez trae como consecuencia una pugna por obtener mayor reconocimiento y representación política del sur del país, especialmente de los sectores indígenas y campesinos.
- Estamos ante una presidenta que enfrenta una de las mayores crisis políticas de nuestra historia republicana y que no ha respondido oportunamente a los pedidos de justicia de familiares de los fallecidos y de heridos que exigen identificar a los efectivos responsables de las muertes o daños causados, al no respetar los protocolos del uso de armas en las protestas. Es más, la Presidenta se ha convertida en incondicional defensora del accionar de las Fuerzas Armadas y la Policía a través de sus presentaciones públicas.
- Ha pactado, tácita o directamente, con los partidos políticos de derecha y extrema derecha del Congreso en su afán de mantenerse en el poder hasta concluir el mandato presidencial (2026). Por eso sus ex compañeros de partido la tildan de usurpadora y traidora. Sus detractores, en redes sociales la han bautizado como Dina BALEARTE, debido al inaceptable número de fallecidos que produjo el uso absurdo y abusivo de armas de fuego contra los manifestantes.
- No basta un cuerpo de mujer para marcar la diferencia en el arte de gobernar. Sin embargo, este ejemplo no debe ser usado para deslegitimar las políticas de paridad o alternancia para promover mayor participación de mujeres en la política. Si los hombres realizan iguales o peores gestiones en diversos campos, no tenemos por qué pensar que una mujer tendría necesariamente que desempeñarse mejor que los hombres en todos los casos y fácilmente concluir que las políticas en favor de la participación política delas mujeres son innecesarias..
- La gestión de Dina Boluarte está signada por la muerte de 59 personas y cientos de heridos en las protestas, lo que le ha llevado a que, en sectores feministas, no se le reconozca como la primera Presidenta sino como la primera dictadora del Perú. No la tendrá fácil, sobre ella y el Presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, pesan acusaciones de violación a los derechos humanos. Además, existen ya investigaciones de la Fiscalía por lavado de activos y ser parte de una organización criminal durante la campaña electoral, y recientes denuncias de recepción de donaciones en la campaña sin que ella lo haya declarado oficialmente, lo cual resulta un delito.
- Esta panorámica, que aquí presentamos parcialmente, ha llevado a The Economist a clasificar al Perú como una democracia hibrida, por debajo de haber sido considerada una democracia fallida. Es claro el rasgo autoritario y de afectación a derechos fundamentales que se vive en el Perú bajo su administración, administración que sigue siendo precaria y no sostenible.
[1] Debería agregarse a un joven recientemente fallecido producto de un disparo de perdigones que un policía realizó a corta distancia y a la espalda del muchacho cuando este huía. Después de casi 2 meses y con 36 perdigones en su cuerpo fallecióRosalino Flores Valverde.
[2] Ver el reportaje aquí: https://www.nytimes.com/es/2023/03/16/espanol/peru-policia-ejercito-protestas-armas.html
[3] Terruquear es el verbo que se usa en el Perú para estigmatizar a alguien como terrorista.