Losers en la política

Me prometí no escribir más sobre Donald Trump pero luego de ver cómo viene actuando ante los resultados de la elección presidencial de noviembre pasado me resulta necesario mencionar cuan doloroso debe ser para un hombre acostumbrado a hacer de la competencia su estrategia de vida y a obtener lo que le plazca, su propósito, que le digan ¡estás despedido! (you are fired!, como solía decir en su reality show The Apprentice) o, peor aún, eres un loser (perdedor). Y es que la pataleta que le  ha dado y la teoría de la  conspiración que ha creado y no dejará de mantener (que la elección ha sido un fraude o que le han robado la presidencia) servirá para seguir cultivando esa forma destructiva de hacer política llamada Trumpismo.

Es que Trump está acostumbrado a ganar, y su idea de éxito está asociada al dinero y al poder. ¿Han visto los libros de autoayuda que ha publicado?, Los títulos y portadas hablan por sí solos: “Cómo ser rico”; “El arte de los negociación”; “Piensa en grande”; “Trump 101: camino al éxito” “Trump: el arte de regresar”; “Trump: piensa como billonario”; “Trump: sobreviviendo en la cima”; “Trump: piensa como un campeón”; “Por qué queremos que seas rico”; “Hora de ser duro”; “El toque de Midas” y, por lo general, portadas con su nombre en letra enorme. Vaya narcicismo.

Y es que si hay un insulto que hiere la autoestima de los hombres blancos hegemónicos en la sociedad más capitalista, competitiva e individualista del mundo, los Estados Unidos de América, es el de ser llamado loser o  “perdedor”, referida a una persona incompetente e incapaz de lograr el éxito. Y, en esta ocasión Trump no solo ha perdido la reelección ante el demócrata Joe Biden, sino que es el quinto presidente en los últimos cien años que pierde una reelección. Para salvar cara ha decidido no aceptar los resultados evitando caer en el reino de los fracasados. Ser un loser implica ser alguien que no gana nada, un acostumbrado al fracaso, un bueno para nada, un ser deficitario, la antípoda del éxito que exige a los hombres el deseado sueño americano. En breve, un ser residual del sistema. Y ese éxito para los hombres, por lo general, está asociado a tener mucho dinero, mujeres y poder.

Para entender el por qué decir loser es uno de los peores insultos a la virilidad de los hombres norteamericanos es fundamental leer el texto Born Losers: A History of Failure in America (Perdedores natos: una historia del fracaso en los Estados Unidos), escrito por Scott A. Sandage. El autor hace un recorrido histórico explicando cómo loser se convirtió en un insulto mayor en conexión con el despegue del sistema capitalista norteamericano, y claro, aplica la receta que siempre me parece importante seguir para entender procesos y, en este caso, metáforas: HISTORIZAR.

Historizar nos ayuda a demostrar cómo los sistemas de género se entienden en directa implicancia con los sistemas mayores de organización social y de poder, resultado de la intersección y coexistencia de otros sistemas específicos igualmente complejos de naturaleza económica, social, política y cultural. Es decir, que resulta crucial comprender cómo ciertos procesos o factores claves durante un período determinado han afectado a los diversos sistemas en una sociedad determinada, y cómo han contribuido, por esta relación de implicancia,  al surgimiento o transformación de órdenes de género, y su impacto en las identidades masculinas y femeninas (Ruíz Bravo 2003).

Sistema de organización social ↔ Sistema y órdenes de género ↔ Identidades masculinas

 Gracias a Sandage nos remontaremos al Siglo XIX[1],  período en el cual el capitalismo se consolidó como sistema político, social, económico y cultural en los Estados Unidos, de esta manera a su vez se configuró una nueva identidad, basada en el espíritu empresarial, especialmente de los hombres blancos norteamericanos.

Durante el S. XIX diversos procesos habían impulsado grandes cambios en el sistema norteamericano. La revolución industrial había acelerado el crecimiento de la economía, la Guerra Civil iniciada en 1861 reconfiguró el sentido de la libertad y el crecimiento político, el auge de los medios de comunicación de masas animó el crecimiento cultural, y las incursiones fronterizas e imperialistas de los Estados Unidos aseguraron el crecimiento territorial. Como vemos el crecimiento y el logro fue lo que marcó el desarrollo de los Estados Unidos en este tiempo. En paralelo, también fue un tiempo de muchas crisis y debacles económico-financieras, por lo general cada 20 años se producía el ciclo de crisis generando bancarotas generalizadas y problemas por deudas impagas.

El capitalismo y el consecuente mandato masculino blanco de la incesante búsqueda de acumulación de logros, bienes y poder se hizo realidad. Ya Max Weber lo advertía en 1905 en su clásico La Ética protestante y el espíritu del capitalismo, que luchar por el éxito es una virtud obligatoria, incluso un deber sagrado en la cultura de los Estados Unidos. Indicaba en su texto que el capitalismo: «Obliga al individuo, en la medida en que esté involucrado en el sistema de relaciones de mercado, a someterse a las reglas de acción capitalistas. Estas reglas incluyen la búsqueda racional de beneficios, el aumento perpetuo de capital como un fin en sí mismo, el desarrollo de una personalidad adquisitiva, y la creencia de que el trabajo incesante es una necesidad de la vida”.

Por tanto, la única identidad considerada legítima en los Estados Unidos es la identidad capitalista plasmada en todos los ámbitos de la vida. No hay posibilidad de detenerse, se requiere invertir, hacer negocios y acumular capital, era un imperativo categórico estar a tono de los tiempos y rechazar el ocio y el estancamiento. Weber afirmó que el respeto por uno mismo en Estados Unidos dependía de abordar la vida con un sentido de perpetua ambición. El fracaso le seguía a todos aquellos que no quisieron o no pudieron adaptar su estilo de vida a la condiciones del éxito capitalista. Los errores del capitalismo (los fracasados) debían desterrarse, a esos se les llamaba perdedores natos (born losers)[2].

Ser emprendedor era parte del proceso de incremento del capital masculino de los hombres blancos de la época, quienes no calificaban al haber caído en desgracia, o mejor dicho, en bancarota, eran denominados fracasados y en no pocos casos preferían quitarse la vida antes que vivir sintiéndose emasculados ante los ojos de su familia y sus pares. Refugiarse en las leyes de bancarota vigentes tampoco era una opción, puesto que era considerado de poca hombría. Para añadir mayor presión sobre la masculinidad de los hombres emprendedores de la época, se sumaron  las instituciones como las agencias de calificación crediticia, tribunales de quiebras y oficinas de caridad clasificando a las personas como failure (fracaso), sucess (éxito), winner (ganador) o loser (perdedor).

De esta forma la revolución del mercado capitalista del siglo XIX transformó las estructuras financieras, de transporte y de comunicaciones para promover y recompensar la empresa individual. La «cultura del mercado cambió la forma en que la gente negociaba, pedía prestado, reclamaba, pagaba y confiaba mutuamente. El estigma derivado del fracaso económico, un fenómeno común para la época marcada por crisis económicas y financieras cíclicas, hicieron que los mandatos masculinos sean más difíciles de lograr.

Como hecho curioso que demuestra la obsesión de la cultura Norteamérica de la época con el éxito y el logro, a mediados del S. XIX se escribieron las primeras memorias de los exitosos o los libros de autoayuda para lograr el éxito, pero ningún relato sobre los que fracasaron, escribir sobre ellos era visto como inútil, de ellos no se esperaba ningún aprendizaje ni nada interesante.

Por lo tanto, el sistema capitalista configuró una nueva dimensión de la masculinidad blanca norteamericana, había que ser emprendedor, esforzado y exitoso, un hombre verdadero nunca se equivoca, nunca  fracasa en los negocios. No era aceptable socialmente ser un fracasado o loser. El sistema norteamericano se había convertido en «un tamiz moral» que atrapaba al holgazán y dejaba paso al hombre con H maýuscula.

Para matizar, en Latinoamérica en cambio, uno de los peores insultos a un hombre es el de ser asociado a la homosexualidad utilizando palabras despreciables como “marica” o “maricón”, tal como hizo semanas atrás el Presidente brasileño Jair Bolsonaro, calco latinoamericano de Trump, al  exigir a su pueblo, en su inigualable estilo seco y grandilocuente, mayor fortaleza y menos quejas ante la segunda ola de la pandemia en Brasil, “tenemos que dejar de ser un país de maricas” enfatizó[3]. ¿El machismo latinoamericano tiene que ver con esta diferencia? Sobre esto hablaremos posteriormente en otro post.

 

 

Bibliografía utilizada:

SANDAGE, Scott L. Born Losers: A History of Failure in America

2006       Cambridge: Harvard University Press

RUIZ BRAVO, Patricia

2003      Identidades femeninas y propuestas de desarrollo en el medio rural peruano. Tesis para optar el grado de Doctora en Ciencias Sociales y desarrollo. Universidad Católica de Louvain. Louvain La Neuve. Enero 2003

 


[1] Los párrafos que siguen se basan en su gran mayoría en citas e ideas del texto de Scott Sandage.

[2] En el Siglo XIX se acuñaron muchos calificativos para los fracasados o losers en los EEUU. Los transcribimos en inglés: bankrupts, deadbeats, broken men, down-and-outers, bad risks, good-for-nothings, no-accounts, third-raters, flunkies, little men, loafers, small fries, small potatoes, old fogies, goners, flops, hasbeens, ne’er-do-wells, nobodies, forgotten men.

[3] Declaración hecha a los medios el martes 10 de noviembre de 2020.

Publicado por Ivan Ormachea

Mediador, analista y gestor de conflictos sociales. Facilitador. Profesor y permanente alumno. Tengo una Maestría en Relaciones Internacionales con especialización en Resolución de Conflictos por la Syracuse University de Nueva York (1994-95) y una Maestría en Estudios de Género por la Pontificia Universidad Católica del Perú (2018). Esposo. Padre. Hijo. Cinéfilo. Deportista y muy interesado en el estudio del campo de las masculinidades en los conflctos sociales.

2 comentarios sobre “Losers en la política

  1. Interesante artículo, respetando la opinión de otros, pero no lo comparto. Para llegar a conocer la verdad y alcanzar conocimiento y sabiduría, solo se encuentra en los principios y valores y Leyes escritos en el libro de los libros, La Biblia, allí encontramos la raíz de la palabra, sus concepto y el porqué a todos los conflictos que exiten en el mundo.
    El conocimiento del hombre natural es limitado porque no conoce la verdad; pero el conocimiento del hombre que conoce y practica la ley de Dios, es infinita; he allí la gran diferencia y donde emanan los conceptos erróneos del hombre.
    Dios constituyó como uno de sus pilares la Familia, compuesta por un hombre y una mujer, Dios manda que el hombre sea la cabeza del hogar; pero hoy en día se ha trasgiversado esos conceptos, por ende la humanidad a creado sus propias leyes, leyes que hoy en día conviene en intereses políticos, económicos y sociales; destruyendo así lo establecido en la biblia.
    Y, finalmente un verdadero Cristiano no es religioso, porque Dios No es Religión, Dios es Relación personal. Por lo tanto, el querer definir las leyes del hombre, es como hablar de “Fasion”, y sus definiciones serán limitadas acorde a su entendimiento y capacitación profesional. El futuro de una nación, están en Los niños y jóvenes.

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  2. Hola Emperatríz, gracias por escribir pero podrías por favor aclarar cuál es el sentido de tu mensaje. No llego a entender cuál es la conexión entre lo que mencionas y lo que indica el post. Que tengas un buen día!

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